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Corrientes de pensamiento mágico en la Nueva Canción Chilena, el caso de “Cai Cai Vilú” de Víctor Jara

Corrientes de pensamiento mágico en la Nueva Canción Chilena, el caso de “Cai Cai Vilú” de Víctor Jara (anexo con imágenes complementarias)



Realicé este investigación durante el año 2019, para ser presentada en el X Congreso Chileno de Musicología, cuyo tema era “Corrientes. Circulaciones musicales del hogar a la aldea global”, el cual se realizó en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, entre el 15 y 18 de enero de 2020. Como el tema del congreso aludía de alguna forma a las corrientes marítimas y al desplazamiento, me pareció pertinente presentar una análisis de la pieza " Cai Cai Vilú", de Víctor Jara, obra que siempre me ha cautivado por el uso protagonista del arpa en contexto de tonada, y por su relación con un mito mapuche. En la revisión inicial del estado del arte descubrí que había nula información respecto de esta pieza en la literatura, lo que me llevó a buscar ayuda en Fundación Víctor Jara para saber quienes habían tocado en esta grabación de 1972. En la Fundación, Catalina Echeverria me permitió revisar material fotográfico y archivos de prensa, y hacer la consulta a Joan Jara y Amanda Jara, pero no se pudo obtener la información que yo buscaba, y sólo se sabía que Patricio Castillo había participado de la grabación, por lo que me dijeron que hablara con él. Fue así como un día 10 de diciembre de 2019 llegué a la casa de Patricio, en el Barrio Yungay, y gracias a su ayuda pude enterarme, entre otras cosas, de que los músicos que grabaron esta pieza fueron: Adrián Miranda en arpa, Patricio Castillo en trompe, su hermano Marcelo Castillo en percusión, y Víctor Jara en guitarra.

En la formulación de la investigación recurrí al concepto de Pensamiento salvaje de Claude Lévi-Strauss, y a las investigaciones antropológicas de Maria Ester Grebe sobre cultura y música mapuche. Agradezco a Jacob Rekedal, quien me ayudó a despejar algunas dudas sobre la aplicación del concepto Música en la cultura mapuche, y a Pablo Rojas, por ayudarme a encontrar información que  me permitiera establecer una relación entre emoción y tonalidades mayor- menor.

A continuación presento el resumen del articulo desarrollado a partir de esta investigación, el cual fue publicado en la Revista Musical Chilena Vol.76 Núm.237 (2022). También presento fotografías que complementan lo explicado en el escrito. 

El articulo completo se puede leer aquí


Resumen:

Este trabajo se propone realizar un análisis del tema “Cai Cai Vilú” de Víctor Jara, tanto desde sus aspectos poiéticos como culturales. Para esto se establece como marco de referencia el concepto pensamiento salvaje de Lévi-Strauss y la aplicación que María Ester Grebe hizo de este al analizar el dualismo en la cultura mapuche. Un objetivo importante será determinar cómo Jara utiliza y pone en juego los materiales musicales y culturales al momento de la creación de esta pieza y cuál es su relación con el contexto social de la época.

Fe de erratas: en la pagina 205 debe decir Marcelo Castillo, en vez de Mauricio Castillo, 



Víctor Jara



Víctor Jara y la religiosidad popular


Víctor Jara fue un creador que se nutrió directamente de la raíces de la cultura campesina chilena, teniendo el interés y la experticia para trabajar con estos materiales en la creación de obras nuevas, ya fuera en el teatro y la música o su implementación en proyectos más amplios que intencionaran el cruce y la colaboración de diversos lenguajes artísticos performativos. Esto se aprecia en el disco La Población –que integra teatro, música, grabaciones de entrevistas a pobladores e incluso una etnografía previa realizada por Jara– y en el inconcluso ballet Los siete estados, proyecto conjunto con el coreógrafo Patricio Bunster y el compositor peruano Celso Garrido-Leca, que entrelazaba danza y música en diversos formatos instrumentales, desde la sonoridad latinoamericana a la de orquesta sinfónica (Navarro 2022: 199)


Cuando años más tarde se inició en la dirección teatral, la pieza Ánimas de día claro (1961) le dio la posibilidad de reencontrarse con las tradiciones campesinas socializadas en su entorno de infancia, a la vez que le permitió participar en la composición de una música pertinente al tema, basada en la tradición folclórica que conocía tan profundamente y de manera tan participante (..) Tanto en Ánimas de día claro como en La Remolienda se puede apreciar cómo Jara construyó un trabajo de creación que integró a la performance teatral lenguajes artísticos diversos como la actuación, el baile y la música, en función de dar una visión lo más realista posible de la cultura del campesinado, exponiendo en forma franca sus costumbres y tradiciones, las que para Jara resultaban vitales a la hora de relevar a una clase social postergada de la que se sentía partícipe y que consideraba base fundamental para un conocimiento real de la conformación de la cultura chilena. También se puede apreciar que esta experiencia en teatro le hizo evidente a Jara la necesidad de crear una música instrumental que se amoldara a las acciones y que le diera una ambientación a la obra, lo que también sería parte de sus creaciones para danza, dándole una visión más amplia de la música como un fenómeno que posibilitaba la integración de distintos lenguajes artísticos. Esto podría explicar la inclusión de piezas instrumentales en sus discos solistas, lo que lo diferencia del trabajo habitual de los demás músicos de la NCCh, centrado principalmente en la canción. (Navarro 2022: 200)



 Fotografía de la obra teatral Animas de día claro


Fotografía de la obra teatral La remolienda.



Víctor Jara en su rol de director de teatro.



Víctor Jara con Cuncumén



El encuentro con la cultura mapuche


Existen al menos dos momentos documentados en los que Víctor Jara tuvo un contacto directo con la cultura mapuche. El primero de ellos fue un viaje junto con Joan por la región de Los Lagos en 1969, en donde conocieron a la tejedora mapuche Angelita Huenumán, quien vivía en una comunidad indígena situada en una zona cercana al lago Lanalhue. Su presencia es caracterizada como “extraordinaria” por Joan e impactó tan profundamente a Víctor, que lo llevó a comprarle un manto sin importar el precio y, posteriormente, a componer una canción en su homenaje, donde describe emotivamente las imágenes que captó de la vida de la tejedora, valorando esa forma de existencia tan apegada a la naturaleza, casi como si fuera parte de ella, que le resultó llamativa y misteriosa y a la vez tan distinta de la occidentalizada cultura de la ciudad. Es el primer acercamiento de su obra musical a temáticas relacionadas con lo mapuche. El otro hito fue la invitación que recibió de la Confederación Campesina Ránquil, que a propósito de la aparición del disco La población (1972), le pidieron que viajara a la zona del Alto Biobío para interiorizarse de la masacre de Ránquil de 1934 y pudiera realizar una obra que narrara los hechos, siguiendo el ejemplo de la Cantata Santa María, pero con la inclusión del trabajo etnográfico que Jara ya había desplegado en La población


Angelita Huenumán


Tejedora mapuche.


El mito de Trentrenvilú y Caicaivilú.


La narración del mito refiere que repentinamente una serpiente fabulosa llamada Caicaivilú decide inundar la tierra para acabar con la humanidad, la que es socorrida por la serpiente Trentrenvilú, quien dice a los hombres que suban a lo alto de su montaña o de su lomo, donde podrán refugiarse, advirtiendo también que los que no alcancen a subir se convertirán en peces y animales marinos o quedarán convertidos en piedra. Tanto Caicai como Trentren son descritas como grandes serpientes (vilú en mapuche) o como grandes lagartos, los que mediante sus fabulosos gritos controlan la naturaleza y luchan haciendo la una subir las mareas y la otra subir la tierra, para evitar la inundación. Trentren hace subir tanto la tierra que llega cerca del sol, por lo que muchas personas son calcinadas por este o pierden su cabellera, debiendo protegerse poniendo ollas con agua sobre su cabeza para evitar morir quemadas. La solución al conflicto se produce cuando el pueblo realiza un sacrificio humano, en el que ofrendan un niño al mar, arrojando su cuerpo descuartizado en las cuatro direcciones cardinales. De esta manera se calma Caicai y las aguas descienden, sucediendo lo mismo con Trentren, que hace bajar el nivel de la montaña, estableciéndose una momentánea tregua entre ambas fuerzas de la naturaleza. Esto permite a la humanidad renacer como un nuevo pueblo. 

Un indicio de la importancia de este mito en la cultura material mapuche es su presencia en la iconografía del trariwe (“artefacto de ceñir” en mapudungún), faja usada en la vestimenta tradicional de la mujer. Esto fue detectado en 1986 por el investigador Américo Gordon, cuando luego de comparar más de 300 trariwes, identifica lo que llamó cinco iconos-símbolos, portadores de mensajes (Gordon 1986: 217), que piensa que están relacionados con el “relato del diluvio” de Rosales, o sea, la leyenda de Caicai y Trentren. Estos iconos muestran: 1) una figura antropomórfica con cabeza grande, 2) dos figuras serpentiformes en posición contrapuesta, 3) las mismas dos figuras enfrentadas, 4) un ser híbrido con cabeza humana y cuerpo pisciforme, y 5) la misma imagen con un niño a su costado. Gordon relaciona estos iconos con la narración del mito, partiendo por los hombres que se refugian en el cerro, el encuentro de las serpientes, la lucha de las serpientes, los hombres transformados en sirenas y peces y el nacimiento de una nueva humanidad (Navarro 2022: 203)

Trariwe, faja de ceñir usada por la mujer mapuche.




Figura antropomórfica con cabeza grande (Gordon 1986).








Figura serpentiforme en posición opuesta (Gordon 1986).





                 



Dos figuras serpentiformes en posición encontrada (Gordon 1986), posible representación icónica de la lucha entre Caicaivilú y Trentrenvilú..


Ser hibrido con cabeza humana y cuerpo pisciforme.


La obra "Cai Cai Vilú" de Víctor Jara


En la entrevista realizada a Patricio Castillo para esta investigación, el músico me indicó que esta obra fue creada por Víctor Jara para un programa de televisión acerca de cuentos y leyendas chilenos que se emitía en canal 9 de TV, de la Universidad de Chile. Grabada en 1972 y publicada como disco sencillo de 45 rpm por DICAP, la pieza es original de Jara, quien además toca la guitarra; Adrián Miranda toca el arpa, Patricio Castillo el trompe y su hermano Marcelo Castillo la percusión. En el lado A del disco aparece la pieza, cuyo nombre completo es “Cai Cai Vilú (Serpiente luminosa)” y en el lado B aparece el tema “Huillimallón (doncella encantada)”, más conocido a secas como “Doncella encantada”, que Jara ya había creado en 1962 y que adaptó para esta ocasión, con la colaboración de Patricio Castillo, siendo grabada en formato de dúo de guitarras. Además, se sabe que esta última pieza, junto con las otras obras instrumentales de Jara, formaría parte del inconcluso ballet Los siete estados, el que se esperaba fuera estrenado en octubre de 1973. Paradójicamente, existe más información acerca de la pieza que ocupa el lado B del disco que de la que ocupa el lado A, el que tradicionalmente se entiende como portador de la música que se desea promocionar en forma más intencionada en una producción discográfica. De “Cai Cai Vilú” no se encuentra mucha información en la literatura, habiendo breves menciones a esta pieza solo con el fin de inventariarla como parte del repertorio de Jara, sin información relativa a los intérpretes (Navarro 2022: 2005)



Patricio Castillo



Adrián Miranda


Disco single de 1972



 

                                                    Audio de composición "Cai Cai vilú"



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