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El mar y la travesía, en la obra del músico Patricio Castillo

 

El mar y la travesía, en la obra del músico Patricio Castillo.

Autor: Víctor Navarro Pinto. Musicólogo, investigador independiente.

Ponencia presentada en el V Congreso ARLAC/ IMS : Baeza (Jaén, España), 20-22 de abril de 2022 / Universidad Internacional de Andalucía.

Resumen:

El mar ha sido punto importante de la teoría cultural de la últimas décadas, ya sea para repensar la identidad de las comunidades africanas en la diáspora, en el marco geográfico e histórico del  Atlántico Negro de Gilroy (Trigo 2012), o en el marco de los Estudios Transatlánticos, donde se plantea que el naufragio es símbolo de una pérdida irrecuperable y es también parte constitutiva de toda travesía relacionada con el exilio y la diáspora (Linhard 2009). En ese sentido, también se podría pensar el mar bajo el concepto de lugar antropológico, desarrollado por Marc Augé, en tanto espacio histórico, relacional e identitario (Riesco 2020). La obra solista del músico chileno Patricio Castillo remite constantemente a lo marítimo, al desplazamiento, al cruce de fronteras y al recuerdo, lo que parece ser consecuencia de su destierro en Francia, a partir del golpe de estado de 1973. En sus inicios musicales Castillo trabajó con  Quilapayún y Victor Jara, siendo reconocido como integrante de la Nueva Canción Chilena (Torres 1996; Jara 2007; Rodríguez 2014), por lo que al indagar en las directrices y significado de su actual trabajo solista, necesariamente surge la interrogante de considerarla como parte de la NCCh, o como manifestación de una identidad periférica a esta, con un imaginario más amplio y diaspórico. En esta comunicación me propongo profundizar en este punto e indagar en la centralidad de la imagen del mar y las poéticas de la melancolía y el exilio en su obra.

Palabras clave: travesía, exilio, poética del naufragio, Nueva Canción Chilena, Patricio Castillo.

 

The sea and the crossing, in the work of the musician Patricio Castillo.

Abstract:

The sea has been an important point of cultural theory in recent decades, either to rethink the identity of African communities in the diaspora, in the geographical and historical framework of Gilroy's Black Atlantic (Trigo 2012), or in the framework of Transatlantic Studies, where it is stated that the shipwreck is a symbol of irretrievable loss and is also a constitutive part of any journey related to exile and diaspora (Linhard 2009). In this sense, the sea could also be thought of under the concept of anthropological place, developed by Marc Augé, as a historical, relational and identity space (Riesco 2020). The soloist work of the Chilean musician Patricio Castillo constantly refers to maritime, displacement, border crossing and memory, which seems to be a consequence of his exile in France, after the 1973 coup d'état. In his musical beginnings Castillo worked with Quilapayún and Victor Jara, being recognized as a member of the Nueva Canción Chilena (Torres 1996; Jara 2007; Rodríguez 2014), so when investigating the guidelines and meaning of his current solo work, the question necessarily arises of considering it as part of the NCCh, or as a manifestation of an identity peripheral to it, with a broader and diasporic imaginary. In this communication I intend to delve into this point and investigate the centrality of the image of the sea and the poetics of melancholy and exile in his work.

Keywords: crossing, exile, poetics of shipwreck, Nueva Canción Chilena, Patricio Castillo.


1.- Introducción:

Patricio Castillo es un músico chileno de amplia trayectoria, cuyo trabajo e influencia se aprecia en un extenso corpus de discos claves de la música popular chilena, entre los que se cuentan obras de Quilapayún, Victor Jara, Isabel Parra y Los Jaivas. Exiliado en Francia desde 1973, su obra solista es casi desconocida en el país. Decidí realizar un acercamiento inicial a su extenso catálogo discográfico con el análisis de su obra reciente, por ser la que representa de mejor manera las motivaciones y visión actual del músico. El corpus analizado son sus tres discos solistas aparecidos entre 2009-2019, lo que suma un total de 30 composiciones. La fuente primaria para el desarrollo de esta investigación son las cinco entrevistas que realicé al músico, entre agosto de 2021 y enero de 2022, en un formato semi estructurado que intencionó que el creador pudiera explayarse libremente en la deriva de su obra, y en la relación de esta con su historia personal. La presencia del mar es importante en esta obra, junto con una temática existencial que remite al desplazamiento, al cruce de fronteras y al recuerdo, constituyendo una idea recurrente que parece articular el conjunto como una trilogía fonográfica, consecuencia de sus 42 años de destierro (16 de exilio y 26 de extrañamiento), y su relación con diversos colectivos diaspóricos y translocales, ya sea de chilenos exiliados, como de otras comunidades de latinoamericanos expatriados en Francia y Europa. Al indagar en las directrices y significado de su trabajo solista, necesariamente surge la interrogante de si es una continuidad natural de la Nueva Canción Chilena, o si es manifestación de una identidad periférica a esta, que remite a un imaginario particular, más amplio y transnacional. En esa línea surgen las siguientes preguntas de investigación: ¿En qué lugar se sitúa Castillo para crear esta trilogía?, ¿Por qué la imagen del mar es central en ella?, ¿De qué manera se relaciona su trabajo con las poéticas de la melancolía y el exilio?

 

 

2.- Exilio y poética del naufragio.

El exilio ha sido definido como una imposición que separa forzadamente a la persona de su entorno de vida, de su hogar, su tierra, raíces y pasado (Said 1984, Shain 1999, Roniger 2011). “La palabra en sí conlleva connotaciones de dolor y de alienación, de la entrega de la persona a la abrumadora fuerza de años de infructuosa espera” (Roniger 2011:5).  Ángel Rama distingue entre exilio y migración, afirmando que el primero implica un período dominado por la precariedad y la intención de retorno (Roniger 2011:5). Históricamente es una práctica común en todos los gobiernos de América Latina, donde ha sido considerado como un modo central de “hacer política” (Roniger 2011: 3). Kaminsky, señala la estrecha relación del exilio con el espacio y con el movimiento en el espacio, definiéndolo como un tipo de nomadismo, un proceso de movimiento y cambio, más allá del cruce de una frontera (Kaminsky 1999; Roniger 2011: 3).

Una variante histórica del exilio fue la deportación, “es decir, la expulsión que tenía lugar a través de un puerto a un lugar al otro lado del mar” (Roniger 2011: 3), lo que implica el desplazamiento forzado y encuentro/desencuentro de grupos humanos y culturas a través del curso de las mareas, adquiriendo el mar características de espacio socializado y pudiendo ser pensado bajo el concepto de lugar antropológico de Marc Augé, el cual define que un lugar está cruzado por los atributos de lo histórico (permanencia), relacional (interacción) e identitario (define un nosotros) (Riesco 2020:4). En este caso lo histórico es la travesía en sí misma, lo relacional el contacto personal en cada puerto de llegada o salida, y lo identitario la característica de destierro que identifica a un grupo humano.

El mar también ha sido punto importante de la teoría cultural de las últimas décadas, ya sea para repensar la identidad de las comunidades africanas en la diáspora, en el marco geográfico e histórico del  Atlántico Negro de Gilroy (Trigo 2012); o de los Estudios Transatlánticos, cuyo origen “está en las múltiples travesías que unieron diferentes puntos geográficos que comparten el acceso al océano Atlántico” (Linhard 2009). Tabea Linhard propone analizar estos estudios a partir de una “poética del naufragio”:

Es decir de la articulación de un estado melancólico producido por pérdidas irreparables que surgen con las travesías marítimas entre las Américas, Europa y África. Tales extravíos los constituyen elementos irrecuperables e innombrables (seres amados, ideales, hogares, memorias) que permanecerán excluidos de aquellas comunidades que acogen, ya sea de manera hospitalaria o no, tanto a las viajeras y viajeros como a los conceptos, ideas y formaciones discursivas que cruzaron, cruzan y cruzarán el océano Atlántico” (Linhard 2009: 819) .

Estas pérdidas irreparables e innombrables para el exiliado, implican un irremediable estado melancólico en la creación literaria, el cual  representa las consecuencias de las travesías, donde la posibilidad de naufragio “es una alusión a los límites en los que las metáforas se estrellan con lo que buscan representar” (Linhard 2009: 821), y que posibilita un nexo entre los exilios, el cual marcaría tanto a la literatura, como a la economía y al desplazamiento de personas.

En el caso chileno, a partir del golpe militar de septiembre de 1973, cientos de miles de personas  salieron del país por razones políticas. Según datos de Amnistía Internacional, para junio de 1974, 150.000 chilenos estaban en el exilio (Rojas 2013:124), siendo acogidos en países correspondientes a tres zonas geográficas: América Latina, Europa Occidental y Europa del Este (Rojas 2013: 128). Una razón importante por la que Italia, Francia y  España solidarizaron con Chile, fue porque existían vínculos y semejanzas que hacían que se considerara relevante el “ejemplo chileno” y la utopía de Allende para asuntos de política interior en cada uno de ellos (Veiga, Da Cal y Duarte, 2001: 411-412, Rojas 2013: 134-135). En este contexto, Patricio Castillo fue uno de tantos chilenos que tuvo que realizar la travesía hacia esas tierras.

 

3.- Patricio Castillo, músico chileno.

Intérprete de guitarra, charango, bajo eléctrico, y flauta traversa, la actividad musical de Patricio Castillo comenzó a mediados de la década de los 60, cuando fue integrante del Ballet Folclórico Pucará, para en 1966 pasar a integrar Quilapayún, donde participó como guitarrista, arreglador y compositor. Este trabajo creativo será continuado en los discos solistas de Víctor Jara, donde realizará una labor de composición compartida, lo que sitúa a Castillo en el grupo de creadores que desarrollaron un tipo de “música de cámara popular” dentro de la Nueva Canción Chilena” (Torres 80:54), siendo reconocido como un miembro activo de la escena de este movimiento. Esto no impidió que Castillo se integrara a otras escenas y grupos juveniles con otras visiones de mundo, como lo fue su cercanía con Amerindios, Los Jaivas, Manduka, Congregación, y Geraldo Vandré. El golpe de estado de 1973 obligará al músico a partir al exilio, pasando por Cuba, la RDA y Francia, país en el que fijará residencia. Allí continuará su trabajo musical especialmente con Isabel Parra, Los Parra de Chile y Los Jaivas, y como bajista en orquestas de salsa. Compañero de aventuras de esa época será su amigo Osvaldo Gitano Rodríguez, con quien Castillo reconoce una cercanía en la experiencia de destierro y en la visión de una vida libre e itinerante[1]. Durante la década de los 80 el músico adopta la nacionalidad francesa, siendo en la actualidad un ciudadano franco-chileno. Iniciada la década de los 90, Castillo volverá a participar en Quilapayún, liderado en ese momento por Rodolfo Parada. Coincidiendo con la presentación del conjunto en Chile, en 2015, es que el músico comienza su retorno al país, después de 42 años de destierro. Su obra solista está constituida por seis discos: La primavera muerta en el tejado (con textos de Patricio Manns, 1977), Provinces (1977), Evenning cocktail (con Aguananá, 1999), Travesía (2009), Huellas en el mar (2017) y Mareas (2019).

 

                      

Travesía (2009). Imagen de cancioneros.com

         

Huellas en el mar (2017). Imagen cancioneros.com. 





Mareas (2019). Imagen cancioneros.com



4.- Una trilogía discográfica.

 La trilogía de discos publicada por Castillo entre 2009 y 2019 comienza con la obra Travesía (2009), proyecto surgido a partir de la invitación que el músico recibió para participar del festival BarnaSants, en Barcelona, en marzo de 2008, lo que derivó posteriormente en la grabación de un disco que incluía autores chilenos y composiciones propias (Pintanel 2008). La obra consta de 10 piezas, cinco de ellas de autoría de Castillo. La canción “Viene volando” abre el disco, y fue creada en la década de los 80, teniendo como inspiración el pronto nacimiento de su hijo Aureliano, y nos habla de desplazamientos y viajes; los temas “Altea” y “Valparaíso”( Gitano Rodríguez) remiten a un pueblo costero español y a un puerto chileno; la presencia del pasado está en las piezas de Victor Jara y Violeta Parra, y en las nuevas versiones de sus composiciones antiguas “Gringa” (Quilapayun 4, 1969) y “Noche de Chile” (Provinces, 1977).  El segundo disco de esta trilogía es Huellas en el mar (2017). En palabras del músico, este disco refleja un viaje interior, basado en experiencias personales, existenciales[2]. La pieza medular de la obra es la canción “Vuelto una estrella”, con letra del poeta mexicano Alejandro Espinosa-Camargo, la cual está dedicada a la muerte de su hijo, acaecida en 2008. El disco refiere también a otras muertes, como la de su amigo, el poeta Higinio Mena, a quien dedica la pieza “Rubaiyat”. También está marcado por el desplazamiento geográfico, la distancia con Chile, el recuerdo de los viajes y las aventuras (“gitanerías”) por Europa junto a Gitano Rodríguez (de quien incluye la canción “El duende”), donde el hacer música no era precisamente un acto artístico, si no una forma de sobrevivencia[3]. El año 2019 aparece el disco Mareas, tercero de esta trilogía y constituido exclusivamente por piezas instrumentales. El disco consta de 10 composiciones de Castillo; la idea general de la obra alude tanto a personas, como a lugares: “cada tema reproduce las sensaciones visuales que se fijan en la memoria cuando uno piensa en que cada cosa tiene un sonido o una música que le es propia”[4]. Es así como alude a locaciones descubiertas por el músico a su regreso a Chile, así como el recuerdo de lugares importantes en su historia francesa, donde sufrió el dolor del exilio, como la rue Valette, y donde vivió la alegría de la interculturalidad musical, como el Barrio Latino de Paris.

 

                             

   5.- Una travesía existencial.

Al observar estos discos como un conjunto o trilogía, se aprecian temáticas centrales que dialogan entre sí. El primer elemento articulador del conjunto es la pieza “Mareas”, la cual aparece en los tres discos en distintas versiones, funcionando como un tipo de continuidad entre ellos. Situada al cierre del primer disco, al inicio del segundo y al medio del tercero, parece que la pieza resume la idea central de desplazamiento geográfico y unidad entre pasado y futuro, que la palabra travesía parece insinuar.

Compuesta en el año 90, la pieza toma como inspiración una experiencia aural vivida por Castillo en la puntilla de la caleta de Horcón, en Chile, donde realizó una escucha activa del entorno sonoro, percibiendo la diversidad de sonidos producidos por el paso del oleaje entre las rocas:

 

Hay montones de sonidos que son imperceptibles si tú no pones atención, entonces claro, cuando tú estás ahí en las rocas, soledad total naturalmente, y mirando el mar y viendo todas estas historias, de pronto todo esto tiene una musicalidad, que se manifiesta a través de los sonidos de lo que tú estás percibiendo y es cuestión de ponerle un poco de atención a cómo funciona eso y luego viene el hecho de que eso se fija en tu mente y después bueno en mi caso yo empecé como a reproducir esto con la guitarra, tratar de reproducir eso que yo había escuchado en el mar [5].

 

La composición para guitarra fue realizada posteriormente en Francia, en base a los recuerdos de aquel acontecimiento[6]. Para Castillo en ella hay una nostalgia del sonido del mar chileno, manifestando con claridad la añoranza que produce el exilio, incluso a niveles aurales. Esta nostalgia por el país y la búsqueda de su sonido en el exilio aparece también en la obra de Gitano Rodríguez, a quien el impedimento de volver a caminar por Valparaíso lo instalaba en un “irremediable modo de tristeza” (Jordán 2014:168). Melancolía que en Castillo conduce a una “poética del naufragio” (Lindhart 2009), que tributa mediante el sonido lo perdido en la travesía existencial.



Otro elemento importante que dialoga con el conjunto es la imagen de la muerte. Se profundiza en esta en el segundo disco, donde la canción “Vuelto una estrella” parece ser el nudo central de la trilogía. Esta fue la primera canción que Castillo hizo para este disco, sufriendo mucho en el proceso de grabación, porque la tristeza le impedía cantar la letra, la cual trata el tema de la muerte mediante metáforas de travesía marítima:

(Alejandro) me escribió un poema que reflejaba lo que me estaba pasando; un poema muy triste, pero que al mismo tiempo es como una tabla de salvación, todo lo que uno tiene que pensar, todo lo que uno tiene que..., el esfuerzo que tú tienes que hacer para salir del estado de tristeza profunda en que te puede sumir el hecho de que se te muera un hijo[7].

 

 

Surcan por aguas inciertas

Las naves de nuestras vidas

Definen sus travesías

Al pairo de la existencia.

Toma el timón la conciencia

Se aventura esperanzando

Entre alegría y quebranto

Va perfilando su rumbo,

Solo un destino es seguro,

Pero hincha velas el canto.

 

Hoy tu luz es travesía

Que marca su derrotero,

Por mares de signo artero

Sin regreso es la partida.

Se quiebra el alma dolida

Solo el llanto es elocuencia

Pero venciendo la ausencia

Lates en mi corazón

Y reanimas mi canción

Al viento de tu presencia.

 

Fragmento de “Vuelto una estrella”, letra de Alejandro Espinosa-Camargo, música de Patricio Castillo.

 

Posteriormente creará la pieza “Pies en el agua”, donde describe poéticamente el momento en que arroja las cenizas de su hijo en el rio Herault, en el sur de Francia, lugar donde ambos habían vivido sus momentos más felices. En esta canción aparece la frase y el concepto “huellas en el mar”, que para Castillo simboliza lo efímero de la existencia y de nuestro paso por el mundo[8]. 

En las entrevistas realizadas al músico respecto de estas obras, aparece otro elemento importante, referido a como la temática de la travesía es pensada por Castillo no sólo como un desplazamiento espacial, si no que también temporal:

 

En esto hay un concepto que siempre está funcionando en la mentalidad del autor (sic), que es el mar y el traspaso de un lugar a otro, y el traspaso de un tiempo a otro tiempo, y de una vida a otra vida. Es una cosa que va mas allá del puro sentimiento musical, o del puro sentimiento poético, si no que es un hecho concreto que uno cambia, y a mí me pasó muchas veces; a tal punto a pasado, que de pronto cuando yo miro para atrás y me veo yo mismo en otras épocas de mi vida, me doy cuenta de que es otra persona, o sea no soy yo, por lo menos como soy hoy día[9].

 

El desplazamiento temporal entre el yo actual y el recuerdo, es descrito por Castillo al constatar que ya no es la misma persona del año 70, el “personaje que tocaba en Quilapayún”[10]. Esta autoconciencia de transformación personal se podría relacionar también con las reversiones de sus propias obras realizadas en estos discos (“Gringa”, “Noche de Chile”, “San juanito y vidala”, “Altea”, “Mareas”, etc), siendo “Mareas” el caso paradigmático, pues la reversiona secuencialmente en cada disco. Para el músico uno obra va cambiando con el tiempo, nunca tiene una forma definitiva ni realmente acabada. A pesar de lo que el compositor piense, el tema sigue viviendo solo, con el tiempo se reelabora, sugiere otras cosas, marcado por el bagaje musical que se tiene en cada época; así como en los comienzos de Quilapayún el autor estaba marcado por la música argentina y andina[11], en el periodo de exilio recibe otras influencias, desde la música francesa, la afrocubana y el jazz, lo que incide en la reelaboración continua de su propia obra. También se puede apreciar un distanciamiento de la temática explicita y panfletaria realizada por Quilapayún en los 70, definida por el autor de la siguiente manera: “yo no estoy para nada en la consigna actualmente, estoy en una música que va más al interior de la persona, es una música más del alma[12]”. Así mismo define su obra desde una diferencia o brecha, como un tipo de composición separada de la tradición de la música popular Chilena[13]. Este distanciamiento de “lo chileno” se manifiesta también en las dificultades que el músico ha experimentado en su retorno, donde su identidad franco-chilena ha tenido escollos para comprender el país al que volvía.

 

6.- Conclusiones preliminares

El análisis de esta trilogía discográfica evidencia como la temática marina es fuerte y reiterativa en el autor, coincidiendo con una reelaboración de su trabajo compositivo. En el caso de Travesía se percibe el ímpetu de un proyecto musical nuevo, donde el compositor tributa al pasado del que procede, y nos presenta su trabajo autoral presente. Huellas en el mar está marcado por la imagen de la muerte, la impermanencia y la transformación personal. Por su parte en Mareas, la mirada se ajusta a lo cotidiano, al recuerdo de personajes y lugares importantes en la vida del músico, es un repliegue al espacio íntimo de este. Si Travesía señala la constatación sonora del inicio del viaje vital y autoral, Huellas en el mar nos enfrenta directamente con el naufragio, la fractura irreparable (Lindhardt 2009:824) latente en cada odisea humana. Por su parte Mareas presenta la complejidad del retorno, la nostalgia de dos tierras producto de una identidad franco-chilena, en dónde el músico se ha alejado también de la estética de la NCCh, producto del nuevo bagaje cultural que ha adquirido en 42 años de destierro. Gracias al análisis realizado, se podría pensar que para el autor la imagen del mar es la esencia misma de la complejidad existencial, el movimiento continuo ente futuro/pasado, yo actual/yo anterior, y la constatación de lo impermanente en la vida y en la propia obra, cuyos hitos son las diferentes paradas transitorias (puertos) en que el autor toma conciencia de los efectos del desplazamiento en sí. He optado por la “poética del naufragio” como una forma de aproximación al impacto del exilio en esta obra, quedando abierta la posibilidad de que se realicen otros tipos de análisis. Finalmente es importante considerar que si bien esta obra no comparte la estética de la Nueva Canción Chilena, en una escucha detallada se hace evidente en ella la presencia del llamado sonido “Víctor Jara” (Valdebenito 2014), por ejemplo en las piezas “Noche de Chile” y “Vuelto una estrella”, lo que da pie para indagar en las razones de esto en una futura investigación.

 

Bibliografía:

Espinosa-Camargo, Alejandro. 2009. “Patricio Castillo. Travesía”, texto del cuadernillo del disco Travesía”.

Jara, Joan .2007.Víctor, un canto inconcluso. LOM Ediciones. Santiago de Chile.

Jordán, Laura. 2014. “La Nueva Canción en Valparaíso: la melancolía del Gitano y la ironía del Payo”, Palimpsestos Sonoros. Reflexiones sobre la Nueva Canción Chilena. Eileen Karmy y Martin Farias (editores). Ceibo, pp. 163-182. Santiago.

Linhard, Tabea. (2009). “Hacia una poética del naufragio: melancolía y estudios transatlánticos”. En Revista Iberoamericana, Vol. LXXV, Núm. 228, Julio-Septiembre. Washington University in St. Louis.

Navarro, Víctor. 2022. Patricio Castillo, músico chileno: apuntes preliminares para una biografía. Inédito.    

Pintanel, Xavier. 2008. “Patricio Castillo: Travesía”, en Cancioneros.com

Riesco, Pascual. 2020. “De la teoría del lugar a la teoría del paisaje: no-lugar, distalidad y carácter”. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 85, 2858, 1–36. https://doi.org/10.21138/bage.2858

Rodríguez, Javier. 2014. “Trayectorias de la Nueva Canción Chilena en Europa (1968-1990)”, Palimpsestos Sonoros. Reflexiones sobre la Nueva Canción Chilena. Eileen Karmy y Martin Farias (editores). Ceibo, pp. 219-238. Santiago.

Rodríguez, Osvaldo. 2015. Cantores que reflexionan. Notas para una historia personal de la nueva canción chilena. Santiago. Hueders.

Rojas, Claudia y Alessandro Santoni. 2013. “Geografía política del exilio chileno: los diferentes rostros de la solidaridad” en Perfiles Latinoamericanos Nº 41.

Roniger, Luis. 2011.  “Destierro y exilio en América Latina: Un campo de estudio transnacional e histórico en expansión”, en  Pacarina del Sur, Núm. 9

Torres, Rodrigo. 1996. “El artista y su obra”. Víctor Jara. Obra musical completa, Acevedo y otros,  pp. 25-55, Fundación Víctor Jara, Santiago de Chile.

Trigo, Abril. 2012. “Los estudios transatlánticos y la geopolítica del neo-hispanismo”, en Cuadernos de Literatura, núm. 31, enero-junio, 2012, pp. 16-45 Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Colombia.

Valdebenito, Mauricio. 2014. “Tradición y renovación en la creación, el canto y la guitarra de Víctor Jara”, en  Palimpsestos Sonoros. Reflexiones sobre la Nueva Canción Chilena. Compiladores: Eileen Karmy y otros. Ceibo Ediciones, Santiago de Chile: 43-61.

 



[1] Entrevista a Patricio Castillo, por Victor Navarro. 5/10/2021.

[2] Entrevista a Patricio Castillo, por Victor Navarro. 10/11/2021.

[3] Idem.

[4] Patricio Castillo, librillo de disco Mareas (2017).

[5] Entrevista a Patricio Castillo, por Victor Navarro. 17/18/2021.

[6] Idem.

[7] Entrevista a Patricio Castillo, 5/10/2021

[8] Idem.

[9] Entrevista a Patricio Castillo, 5/10/2021

[10] Idem.

[11] Entrevista a Patricio Castillo, 17/8/2021.

[12] Entrevista Patricio Castillo del grupo musical Quilapayún. Esplendi-2. Programa radial. 15/9/2020. https://cl.radiocut.fm/audiocut/entrevista-a-patricio-castillo-del-grupo-musical-chileno-quilapayun/ [acceso 19/1/2022]

[13] Entrevista a Patricio Castillo, 5/10/2021.

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