El mar y la travesía, en la obra del músico Patricio Castillo.
Autor: Víctor Navarro Pinto. Musicólogo, investigador
independiente.
Resumen:
El mar ha sido
punto importante de la teoría cultural de la últimas décadas, ya sea para
repensar la identidad de las comunidades africanas en la diáspora, en el marco
geográfico e histórico del Atlántico Negro
de Gilroy (Trigo 2012), o en el marco de los Estudios Transatlánticos, donde se
plantea que el naufragio es símbolo de una pérdida irrecuperable y es también parte
constitutiva de toda travesía relacionada con el exilio y la diáspora (Linhard
2009). En ese sentido, también se podría pensar el mar bajo el concepto de lugar antropológico, desarrollado por
Marc Augé, en tanto espacio histórico, relacional e identitario (Riesco 2020). La obra solista del músico chileno Patricio Castillo
remite constantemente a lo marítimo, al desplazamiento, al cruce de fronteras y
al recuerdo, lo que parece ser consecuencia de su destierro en Francia, a
partir del golpe de estado de 1973. En sus inicios musicales Castillo trabajó
con Quilapayún y Victor Jara, siendo
reconocido como integrante de la Nueva Canción Chilena (Torres 1996; Jara 2007;
Rodríguez 2014), por lo que al indagar en las directrices y significado de su
actual trabajo solista, necesariamente surge la interrogante de considerarla
como parte de la NCCh, o como manifestación de una identidad periférica a esta,
con un imaginario más amplio y diaspórico. En esta comunicación me propongo
profundizar en este punto e indagar en la centralidad de la imagen del mar y
las poéticas de la melancolía y el exilio en su obra.
Palabras clave: travesía, exilio, poética del
naufragio, Nueva Canción Chilena, Patricio Castillo.
The sea and the crossing, in the work of the musician
Patricio Castillo.
Abstract:
The sea has been an important point of cultural theory
in recent decades, either to rethink the identity of African communities in the
diaspora, in the geographical and historical framework of Gilroy's Black
Atlantic (Trigo 2012), or in the framework of Transatlantic Studies, where it
is stated that the shipwreck is a symbol of irretrievable loss and is also a
constitutive part of any journey related to exile and diaspora (Linhard 2009).
In this sense, the sea could also be thought of under the concept of
anthropological place, developed by Marc Augé, as a historical, relational and
identity space (Riesco 2020). The soloist work of the Chilean musician Patricio
Castillo constantly refers to maritime, displacement, border crossing and
memory, which seems to be a consequence of his exile in France, after the 1973
coup d'état. In his musical beginnings Castillo worked with Quilapayún and
Victor Jara, being recognized as a member of the Nueva Canción Chilena (Torres
1996; Jara 2007; Rodríguez 2014), so when investigating the guidelines and
meaning of his current solo work, the question necessarily arises of
considering it as part of the NCCh, or as a manifestation of an identity
peripheral to it, with a broader and diasporic imaginary. In this communication
I intend to delve into this point and investigate the centrality of the image
of the sea and the poetics of melancholy and exile in his work.
Keywords: crossing, exile, poetics of shipwreck, Nueva Canción Chilena, Patricio Castillo.
1.- Introducción:
Patricio Castillo es un músico chileno de amplia trayectoria, cuyo trabajo e influencia se aprecia en un extenso corpus de discos claves de la música popular chilena, entre los que se cuentan obras de Quilapayún, Victor Jara, Isabel Parra y Los Jaivas. Exiliado en Francia desde 1973, su obra solista es casi desconocida en el país. Decidí realizar un acercamiento inicial a su extenso catálogo discográfico con el análisis de su obra reciente, por ser la que representa de mejor manera las motivaciones y visión actual del músico. El corpus analizado son sus tres discos solistas aparecidos entre 2009-2019, lo que suma un total de 30 composiciones. La fuente primaria para el desarrollo de esta investigación son las cinco entrevistas que realicé al músico, entre agosto de 2021 y enero de 2022, en un formato semi estructurado que intencionó que el creador pudiera explayarse libremente en la deriva de su obra, y en la relación de esta con su historia personal. La presencia del mar es importante en esta obra, junto con una temática existencial que remite al desplazamiento, al cruce de fronteras y al recuerdo, constituyendo una idea recurrente que parece articular el conjunto como una trilogía fonográfica, consecuencia de sus 42 años de destierro (16 de exilio y 26 de extrañamiento), y su relación con diversos colectivos diaspóricos y translocales, ya sea de chilenos exiliados, como de otras comunidades de latinoamericanos expatriados en Francia y Europa. Al indagar en las directrices y significado de su trabajo solista, necesariamente surge la interrogante de si es una continuidad natural de la Nueva Canción Chilena, o si es manifestación de una identidad periférica a esta, que remite a un imaginario particular, más amplio y transnacional. En esa línea surgen las siguientes preguntas de investigación: ¿En qué lugar se sitúa Castillo para crear esta trilogía?, ¿Por qué la imagen del mar es central en ella?, ¿De qué manera se relaciona su trabajo con las poéticas de la melancolía y el exilio?
2.- Exilio y poética del naufragio.
El exilio ha sido definido como una imposición que separa forzadamente a la persona de su entorno de vida, de su hogar, su tierra, raíces y pasado (Said 1984, Shain 1999, Roniger 2011). “La palabra en sí conlleva connotaciones de dolor y de alienación, de la entrega de la persona a la abrumadora fuerza de años de infructuosa espera” (Roniger 2011:5). Ángel Rama distingue entre exilio y migración, afirmando que el primero implica un período dominado por la precariedad y la intención de retorno (Roniger 2011:5). Históricamente es una práctica común en todos los gobiernos de América Latina, donde ha sido considerado como un modo central de “hacer política” (Roniger 2011: 3). Kaminsky, señala la estrecha relación del exilio con el espacio y con el movimiento en el espacio, definiéndolo como un tipo de nomadismo, un proceso de movimiento y cambio, más allá del cruce de una frontera (Kaminsky 1999; Roniger 2011: 3).
Una
variante histórica del exilio fue la deportación, “es decir, la expulsión que
tenía lugar a través de un puerto a un lugar al otro lado del mar” (Roniger
2011: 3), lo que implica el desplazamiento forzado y encuentro/desencuentro de
grupos humanos y culturas a través del curso de las mareas, adquiriendo el mar
características de espacio socializado y pudiendo ser pensado bajo el concepto
de lugar antropológico de Marc Augé, el
cual define que un lugar está cruzado por los atributos de lo histórico
(permanencia), relacional (interacción) e identitario (define un nosotros)
(Riesco 2020:4). En este caso lo histórico es la travesía en sí misma, lo
relacional el contacto personal en cada puerto de llegada o salida, y lo
identitario la característica de destierro que identifica a un grupo humano.
El
mar también ha sido punto importante de la teoría cultural de las últimas
décadas, ya sea para repensar la identidad de las comunidades africanas en la
diáspora, en el marco geográfico e histórico del Atlántico Negro de Gilroy (Trigo 2012); o de
los Estudios Transatlánticos, cuyo origen “está en las múltiples travesías que
unieron diferentes puntos geográficos que comparten el acceso al océano
Atlántico” (Linhard 2009). Tabea Linhard propone analizar estos estudios a
partir de una “poética del naufragio”:
Es decir de la articulación de un estado melancólico
producido por pérdidas irreparables que surgen con las travesías marítimas
entre las Américas, Europa y África. Tales extravíos los constituyen elementos
irrecuperables e innombrables (seres amados, ideales, hogares, memorias) que
permanecerán excluidos de aquellas comunidades que acogen, ya sea de manera
hospitalaria o no, tanto a las viajeras y viajeros como a los conceptos, ideas
y formaciones discursivas que cruzaron, cruzan y cruzarán el océano Atlántico”
(Linhard 2009: 819) .
Estas
pérdidas irreparables e innombrables para el exiliado, implican un irremediable
estado melancólico en la creación literaria, el cual representa las consecuencias de las travesías,
donde la posibilidad de naufragio “es una alusión a los límites en los que las
metáforas se estrellan con lo que buscan representar” (Linhard 2009: 821), y que
posibilita un nexo entre los exilios, el cual marcaría tanto a la literatura,
como a la economía y al desplazamiento de personas.
En
el caso chileno, a partir del golpe militar de septiembre de 1973, cientos de
miles de personas salieron del país por
razones políticas. Según datos de Amnistía Internacional, para junio de 1974,
150.000 chilenos estaban en el exilio (Rojas 2013:124), siendo acogidos en
países correspondientes a tres zonas geográficas: América Latina, Europa
Occidental y Europa del Este (Rojas 2013: 128). Una razón importante por la que Italia, Francia y España solidarizaron con Chile, fue porque
existían vínculos y semejanzas que hacían que se considerara relevante el
“ejemplo chileno” y la utopía de Allende para asuntos de política interior en
cada uno de ellos (Veiga, Da Cal y Duarte, 2001: 411-412, Rojas 2013: 134-135). En este contexto, Patricio Castillo fue uno de tantos chilenos que tuvo que realizar la travesía
hacia esas tierras.
3.- Patricio Castillo, músico chileno.
Intérprete de guitarra, charango, bajo eléctrico, y flauta traversa, la actividad musical de Patricio Castillo comenzó a mediados de la década de los 60, cuando fue integrante del Ballet Folclórico Pucará, para en 1966 pasar a integrar Quilapayún, donde participó como guitarrista, arreglador y compositor. Este trabajo creativo será continuado en los discos solistas de Víctor Jara, donde realizará una labor de composición compartida, lo que sitúa a Castillo en el grupo de creadores que desarrollaron un tipo de “música de cámara popular” dentro de la Nueva Canción Chilena” (Torres 80:54), siendo reconocido como un miembro activo de la escena de este movimiento. Esto no impidió que Castillo se integrara a otras escenas y grupos juveniles con otras visiones de mundo, como lo fue su cercanía con Amerindios, Los Jaivas, Manduka, Congregación, y Geraldo Vandré. El golpe de estado de 1973 obligará al músico a partir al exilio, pasando por Cuba, la RDA y Francia, país en el que fijará residencia. Allí continuará su trabajo musical especialmente con Isabel Parra, Los Parra de Chile y Los Jaivas, y como bajista en orquestas de salsa. Compañero de aventuras de esa época será su amigo Osvaldo Gitano Rodríguez, con quien Castillo reconoce una cercanía en la experiencia de destierro y en la visión de una vida libre e itinerante[1]. Durante la década de los 80 el músico adopta la nacionalidad francesa, siendo en la actualidad un ciudadano franco-chileno. Iniciada la década de los 90, Castillo volverá a participar en Quilapayún, liderado en ese momento por Rodolfo Parada. Coincidiendo con la presentación del conjunto en Chile, en 2015, es que el músico comienza su retorno al país, después de 42 años de destierro. Su obra solista está constituida por seis discos: La primavera muerta en el tejado (con textos de Patricio Manns, 1977), Provinces (1977), Evenning cocktail (con Aguananá, 1999), Travesía (2009), Huellas en el mar (2017) y Mareas (2019).
Travesía (2009). Imagen de cancioneros.com |
Huellas en el mar (2017). Imagen cancioneros.com. |
Mareas (2019). Imagen cancioneros.com |
4.-
Una trilogía discográfica.
5.- Una travesía existencial.
Al observar estos discos como un conjunto o trilogía, se aprecian temáticas centrales que dialogan entre sí. El primer elemento articulador del conjunto es la pieza “Mareas”, la cual aparece en los tres discos en distintas versiones, funcionando como un tipo de continuidad entre ellos. Situada al cierre del primer disco, al inicio del segundo y al medio del tercero, parece que la pieza resume la idea central de desplazamiento geográfico y unidad entre pasado y futuro, que la palabra travesía parece insinuar.
Compuesta en el año 90, la pieza toma como inspiración una experiencia
aural vivida por Castillo en la puntilla de la caleta de Horcón, en Chile,
donde realizó una escucha activa del entorno sonoro, percibiendo la diversidad
de sonidos producidos por el paso del oleaje entre las rocas:
Hay montones de sonidos que son
imperceptibles si tú no pones atención, entonces claro, cuando tú estás ahí en las
rocas, soledad total naturalmente, y mirando el mar y viendo todas estas
historias, de pronto todo esto tiene una musicalidad, que se manifiesta a
través de los sonidos de lo que tú estás percibiendo y es cuestión de ponerle
un poco de atención a cómo funciona eso y luego viene el hecho de que eso se
fija en tu mente y después bueno en mi caso yo empecé como a reproducir esto
con la guitarra, tratar de reproducir eso que yo había escuchado en el mar [5].
La composición para guitarra fue realizada posteriormente en Francia, en
base a los recuerdos de aquel acontecimiento[6].
Para Castillo en ella hay una nostalgia del sonido del mar chileno,
manifestando con claridad la añoranza que produce el exilio, incluso a niveles
aurales. Esta nostalgia por el país y la búsqueda de su sonido en el exilio
aparece también en la obra de Gitano Rodríguez, a quien el impedimento de
volver a caminar por Valparaíso lo instalaba en un “irremediable
modo de tristeza” (Jordán 2014:168). Melancolía que en Castillo conduce a una
“poética del naufragio” (Lindhart 2009), que tributa mediante el sonido lo
perdido en la travesía existencial.
Otro elemento importante que dialoga con el conjunto es la imagen de la muerte. Se profundiza en esta en el segundo disco, donde la canción “Vuelto una estrella” parece ser el nudo central de la trilogía. Esta fue la primera canción que Castillo hizo para este disco, sufriendo mucho en el proceso de grabación, porque la tristeza le impedía cantar la letra, la cual trata el tema de la muerte mediante metáforas de travesía marítima:
(Alejandro) me escribió un poema que reflejaba lo
que me estaba pasando; un poema muy triste, pero que al mismo tiempo es como
una tabla de salvación, todo lo que uno tiene que pensar, todo lo que uno tiene
que..., el esfuerzo que tú tienes que hacer para salir del estado de tristeza
profunda en que te puede sumir el hecho de que se te muera un hijo[7].
Surcan por aguas inciertas
Las naves de nuestras vidas
Definen sus travesías
Al pairo de la existencia.
Toma el timón la conciencia
Se aventura esperanzando
Entre alegría y quebranto
Va perfilando su rumbo,
Solo un destino es seguro,
Pero hincha velas el canto.
Hoy tu luz es travesía
Que marca su derrotero,
Por mares de signo artero
Sin regreso es la partida.
Se quiebra el alma dolida
Solo el llanto es elocuencia
Pero venciendo la ausencia
Lates en mi corazón
Y reanimas mi canción
Al viento de tu presencia.
Fragmento de “Vuelto una estrella”, letra de
Alejandro Espinosa-Camargo, música de Patricio Castillo.
Posteriormente creará la
pieza “Pies en el agua”, donde describe poéticamente el momento en que arroja
las cenizas de su hijo en el rio Herault, en el sur de Francia, lugar donde
ambos habían vivido sus momentos más felices. En esta canción aparece la frase
y el concepto “huellas en el mar”, que para Castillo simboliza lo efímero de la
existencia y de nuestro paso por el mundo[8].
En las entrevistas realizadas al músico
respecto de estas obras, aparece otro elemento importante, referido a como la
temática de la travesía es pensada por Castillo no sólo como un desplazamiento
espacial, si no que también temporal:
En esto hay un concepto que siempre está
funcionando en la mentalidad del autor (sic), que es el mar y el traspaso de un
lugar a otro, y el traspaso de un tiempo a otro tiempo, y de una vida a otra
vida. Es una cosa que va mas allá del puro sentimiento musical, o del puro
sentimiento poético, si no que es un hecho concreto que uno cambia, y a mí me
pasó muchas veces; a tal punto a pasado, que de pronto cuando yo miro para
atrás y me veo yo mismo en otras épocas de mi vida, me doy cuenta de que es
otra persona, o sea no soy yo, por lo menos como soy hoy día[9].
El desplazamiento temporal entre el yo actual y
el recuerdo, es descrito por Castillo al constatar que ya no es la misma
persona del año 70, el “personaje que tocaba en Quilapayún”[10].
Esta autoconciencia de transformación personal se podría relacionar también con
las reversiones de sus propias obras realizadas en estos discos (“Gringa”,
“Noche de Chile”, “San juanito y vidala”, “Altea”, “Mareas”, etc), siendo
“Mareas” el caso paradigmático, pues la reversiona secuencialmente en cada
disco. Para el músico uno obra va cambiando con el tiempo, nunca tiene una
forma definitiva ni realmente acabada. A
pesar de lo que el compositor piense, el tema sigue viviendo solo, con el tiempo
se reelabora, sugiere otras cosas, marcado por el bagaje musical que se tiene
en cada época; así como en los comienzos de Quilapayún el autor estaba marcado por
la música argentina y andina[11], en el periodo de exilio
recibe otras influencias, desde la música francesa, la afrocubana y el jazz, lo
que incide en la reelaboración continua de su propia obra. También se puede apreciar un
distanciamiento de la temática explicita y panfletaria realizada por Quilapayún
en los 70, definida por el autor de la siguiente manera: “yo no estoy para nada
en la consigna actualmente, estoy en una música que va más al interior de la
persona, es una música más del alma[12]”. Así mismo define su obra desde una
diferencia o brecha, como un tipo de composición separada de la tradición de la
música popular Chilena[13].
Este distanciamiento de “lo chileno” se manifiesta también en las dificultades que
el músico ha experimentado en su retorno, donde su identidad franco-chilena ha
tenido escollos para comprender el país al que volvía.
6.- Conclusiones preliminares
El análisis de esta trilogía discográfica evidencia como la temática marina es fuerte y reiterativa en el autor, coincidiendo con una reelaboración de su trabajo compositivo. En el caso de Travesía se percibe el ímpetu de un proyecto musical nuevo, donde el compositor tributa al pasado del que procede, y nos presenta su trabajo autoral presente. Huellas en el mar está marcado por la imagen de la muerte, la impermanencia y la transformación personal. Por su parte en Mareas, la mirada se ajusta a lo cotidiano, al recuerdo de personajes y lugares importantes en la vida del músico, es un repliegue al espacio íntimo de este. Si Travesía señala la constatación sonora del inicio del viaje vital y autoral, Huellas en el mar nos enfrenta directamente con el naufragio, la fractura irreparable (Lindhardt 2009:824) latente en cada odisea humana. Por su parte Mareas presenta la complejidad del retorno, la nostalgia de dos tierras producto de una identidad franco-chilena, en dónde el músico se ha alejado también de la estética de la NCCh, producto del nuevo bagaje cultural que ha adquirido en 42 años de destierro. Gracias al análisis realizado, se podría pensar que para el autor la imagen del mar es la esencia misma de la complejidad existencial, el movimiento continuo ente futuro/pasado, yo actual/yo anterior, y la constatación de lo impermanente en la vida y en la propia obra, cuyos hitos son las diferentes paradas transitorias (puertos) en que el autor toma conciencia de los efectos del desplazamiento en sí. He optado por la “poética del naufragio” como una forma de aproximación al impacto del exilio en esta obra, quedando abierta la posibilidad de que se realicen otros tipos de análisis. Finalmente es importante considerar que si bien esta obra no comparte la estética de la Nueva Canción Chilena, en una escucha detallada se hace evidente en ella la presencia del llamado sonido “Víctor Jara” (Valdebenito 2014), por ejemplo en las piezas “Noche de Chile” y “Vuelto una estrella”, lo que da pie para indagar en las razones de esto en una futura investigación.
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Riesco, Pascual. 2020. “De la teoría del lugar a la teoría del paisaje: no-lugar, distalidad y carácter”. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 85, 2858, 1–36. https://doi.org/10.21138/bage.2858
Rodríguez, Javier. 2014. “Trayectorias de la Nueva Canción Chilena en Europa (1968-1990)”, Palimpsestos Sonoros. Reflexiones sobre la Nueva Canción Chilena. Eileen Karmy y Martin Farias (editores). Ceibo, pp. 219-238. Santiago.
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[1] Entrevista
a Patricio Castillo, por Victor Navarro. 5/10/2021.
[2] Entrevista
a Patricio Castillo, por Victor Navarro. 10/11/2021.
[3] Idem.
[4] Patricio
Castillo, librillo de disco Mareas
(2017).
[5] Entrevista
a Patricio Castillo, por Victor Navarro. 17/18/2021.
[6] Idem.
[7] Entrevista
a Patricio Castillo, 5/10/2021
[8] Idem.
[9] Entrevista
a Patricio Castillo, 5/10/2021
[10] Idem.
[11] Entrevista
a Patricio Castillo, 17/8/2021.
[12]
Entrevista Patricio Castillo del grupo musical Quilapayún. Esplendi-2.
Programa radial. 15/9/2020. https://cl.radiocut.fm/audiocut/entrevista-a-patricio-castillo-del-grupo-musical-chileno-quilapayun/
[acceso 19/1/2022]
[13] Entrevista
a Patricio Castillo, 5/10/2021.
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